viernes, 27 de marzo de 2009

Antón Cantoná


Juntarse a tomar mate con criollitos de hojaldre en la plaza de la Intendencia, un viernes a la tarde con 35 grados de máxima es, al menos, original. Hasta se podría decir que una tarea reservada a los valientes. O masoquistas, bah. Pero ahí están ellos; porque sí, por desafiar un poco las reglas del sentido común.
Se supone que, en casos similares, lo que uno hace es buscar la sombra más frondosa, sentar campamento allí, e ir corriéndose a medida que el sol invade el espacio. Al menos en eso tienen buen juicio. La tarde va pasando, el agua del termo disminuyendo, las colillas y migas de criollo se apilan en el pasto… y ahí es cuando aparece Antón Cantoná.

Antón Cantoná es el perro hedonista-estatuista. No se inmuta por nada. Es medio indiferente a todo lo que pasa a su alrededor. Las hormiguitas ésas coloradas que dejan ronchas ni lo tocan. No vale la pena, porque no va a aullar si lo pican.
No está buscando fama. Ni que lo miren más, o menos. Ellos hablan del perro amarillo de odontología, y él nada. Ellos se enternecen por los revires del perro láser, y él ni se calienta. Antón Cantoná hace la suya, monje soberano de tierras lejanas, adepto de una religión misteriosa y desconocida a la que ellos, tal vez, nunca accedan. O entiendan.
Sus ojos revelan estados de presencia absolutamente intensos. Su inmovilidad, un desprecio a la necesidad de estar en todos lados al mismo tiempo. Tirarse ahí de espaldas es suficiente.
A su alrededor se sucede el mundo. Pasa un camión de bomberos por la 27 de abril, y le sigue otro casi al instante. Un tipo de remera roja está sentado, solo, en los bancos de piedra, frente a los soldados malvineros. Parece que está dejando pasar la tarde, la está dejando escurrirse un poco. Tres o cuatro ambulancias sirenean ida y vuelta por la T. de Alvear. O capaz que fue la misma, buscando y llevando.


Antón Cantoná se limita a observar un poco. No mira. Observa. Se nota. Hasta da un poco de miedo, esa observación. Da la sensación de que no se le puede tratar de “che vo’ Antón”, sino más bien de “Don Cantoná”. Pero inmediatamente cierra los ojos y se pone apacible. La ciudad corre, la ciudad escucha, la ciudad canta y se recalienta bajo el sol de 35 grados, y la ciudad queda metida entre sus cuatro patas que apuntan al cielo.

El mate se acaba y la tarde también. Se levantan, sacudiéndose el pasto y las hormigas. Se nota, no sabés cómo se nota, que uno de ellos ahnela su inmovilidad perfecta, el poder ser feliz sin la omnipresencia, mientras que el otro quisiera lograr ese estado de presencia intenso. Se aseguran de que los cospeles no hayan rodado por el piso y guardan el termo para que no se rompa. Quieren dejarle un regalo, antes de encaminarse a la parada de los bondis.

Pero no hay forma. A Antón Cantoná no le gustan los criollitos de hojaldre.

jueves, 26 de marzo de 2009

Estuvimos ahí, querido Monet...

"Genial", pensé.
"Qué groso Mr. Blogspot, todo un artista. Me permite darle un toque impresionista al blog."

Pero no. Esta vez Mr. Blogspot estuvo más cerca de Ronaldo Mac Donald que de Claude.

La hamburguesa o la brocha... otra vez será.


miércoles, 25 de marzo de 2009

Dos situaciones, un día después. Opiniones por favor.

Martes 24 de marzo. Dieciocho horas dos minutos. Colón al 800, entre Avellaneda y Urquiza. Sale del depto, se para en la esquina sorteando la gente, los carteles y las fotografías en blanco y negro, fechadas. Hoy, lamentablemente, no puede participar, hay otras urgencias del presente que la reclaman.
El semáforo vuelve a ponerse en verde. Levanta la mano. El taxi frena. “Hola, buenas tardes, Soldado Ruiz al dos mil por favor, subí por Fragueiro”.
Una cuadra de recorrido y embotellamiento. Policías con cara de circunstancia y la avenida, después de Fragueiro, lógicamente cortada.

El taxista tiene pintado un gesto de enfado e incertidumbre.
“¿Por qué toda esta gente en la calle?”
“Es por la Marcha”
“¿Qué Marcha?”
“La Marcha por el 24 de marzo, el día de la Memoria. TODOS los años se hace. La gente se junta allá, en Colón y Cañada, más o menos a esta hora, y de ahí se parte, caminando para el centro…”

(Ya no era ni enfado, ni incertidumbre. Tampoco se podría decir que asco. Pero la siguiente mueca que hizo el taxista le advirtió que, mejor, no abriera más la boca por las treinta y nueve cuadras que quedaran de trayecto, entre el río y la bendita Soldado Ruiz).


Martes 24 de marzo. Diecinueve horas veintitrés minutos. Barrio Cerro de las Rosas. La reunión para afinar las estrategias de venta está concluyendo. El socio está cebando un mate mientras que el dueño de casa busca los criollos. La radio está prendida, hay un periodista en el lugar de los acontecimientos. La pava está chillando, pero igual se alcanzan a escuchar palabras y frases como “Marcha”, “comenzó”, “todo tranquilo”, “la convocatoria es cada vez mayor”.

El dueño de casa tiene pintado un gesto de incertidumbre.
“¿Por qué toda esa gente en la calle?”
“Es por la Marcha”
“¿Qué Marcha?”
“La Marcha por el 24 de marzo, el día de la Memoria. TODOS los años se hace. La gente se junta allá, en Colón y Cañada, más o menos a esta hora, y de ahí se parte, caminando para el centro…”

(Ya no era incertidumbre. Tampoco se podría decir que asco. Pero el siguiente comentario que hizo el dueño de casa –“Ah, claro, y el año que viene seguro celebramos nacionalmente el cumpleaños de Moria Casán, no?”- le advirtió que, mejor, no abriera más la boca hasta que el presupuesto se aprobara y consiguieran aquel bendito trabajo tan esperado).


Cualquier semejanza con la realidad… no es mera coincidencia.

sábado, 21 de marzo de 2009

Triángulo de ojo

En este, mi primer post, me limitaré a hacer una tríada observacional:

1) Por favor, ya he recibido preguntas y preguntas. A ver si aclaramos la situación: este blog se llama Galaxia de Camarones, no Galaxia de Macarrones.

2) ¿El blog no llega al mes de vida y ya tiene cuatro seguidores? La última vez que publiqué en un blog no existían los Club de Fans de Blogs; ¿se podrá currar con eso?

3) Lo admito, soy prejuicioso: no sé quién es Jorge Mux, pero tener como foto una berenjena no puede hacer más que despertar mi admiración. Imagino las reuniones de administradores de este blog:

-"¿Che, viste lo que comentó tal?"
-"¿No, quién?"
-"El de la berenjena!"

Así nacen los íconos carajo!

Bemvindos sean!

jueves, 19 de marzo de 2009

DELICATESSEN



Le avisaron por teléfono del acontecimiento. Sería al día siguiente, 13:45hs. Era indispensable que llevara una de sus preparaciones.
No pudo más que sonreír, satisfecha. “Ya era hora”, se dijo. Habían pasado –fácil- tres meses en los que no ensució ni una espátula, ni un bol de vidrio. “Mañana, a primera hora, manos a la obra… otra vez”.

Once de la mañana en punto, delantal verde y blanco para no ensuciarse, y los ingredientes sobre la mesada de la cocina. En dos horas todos verían su nueva creación, todos la disfrutarían. Se regocijaba del momento por adelantado. Lo estuvo meditando durante la noche y, a fuerza de insomnio, tenía la receta casi perfecta. (“Sí, casi, porque nada de lo que hago o haré es o será perfecto”, suspiró).

Empezó por lo básico. Harina y huevos. En cantidades suficientes. “Qué bárbaro”, reflexionó, “toda obra maestra se reduce a estos simples elementos”. Pensó en el pedazo de mármol que fue trasformado por Miguel Ángel en su David memorable, y el ladrillo que corona la punta de la pirámide de Gizeh. Simples elementos.

Por supuesto que no se podía limitar a eso. “Al fin y al cabo”, se resignó, “la presentación lo es todo”. Y en su caso era verdad. Ya antes le habían elogiado la elaboración, pero sobre todo la presentación. La última vez, lo recordaba tan pero tan bien, había sido en lo de María Helena; con sólo mirar lo que sus manos habían creado uno podía descubrir los sutiles toques secretos, la intensidad de los olores, los matices de los colores que se intercalaban, pero que nunca se mezclaban formando un marrón infame… pero por sobre todas las cosas las texturas. Ya se adivinaba algo pegajoso por aquí, pero excesivamente agradable. Por allá uno percibía el toque más bien espeso. Pero la especialidad de ella, lo que realmente la hacía indispensable, era lo crocante. Con decir que casi, casi, se podía ver el ¡Croc! Una onomatopeya completa.

Estaba todo casi listo. Sólo faltaba eso, la textura que sólo le puede dar algo crocante. Esta vez era más fácil, los ingredientes saldrían de su jardín, cosecha que incansablemente reunió durante todo el verano que ya estaba terminando.
Y mientras desmembraba las patas de las cucarachas, y mientras le cortaba las alas a los grillos y trituraba las chinches verdes que se habían ensañado con su parra en enero no paraba de reír pensando en Circe, y en lo mal que le habían salido las cosas a Delia. “A mí no” dijo en voz alta, “a mí las cosas me salen bien, porque todo el mundo sabe”.
Y ya los huevos empezaron a despedir el olor de lo podrido. Y ya los pedazos de queso rancio asomaron en la superficie como islotes hediondos. Y ya la mostaza vencida teñía las alas y las patas y las chinches, al ritmo del tenedor que todo lo batía.
Y mientras volcaba su preparación en un bol de plástico no dejaba de imaginarse a ella (y a las demás) tirándosela por la cabeza a su amiga Api que, en dos horas nomás, se recibiría de Licenciada en Psicología.

Para Mariana

martes, 17 de marzo de 2009

Dos blogudos, pero una blogless (hasta ahora)


Bueno. En fin. Henos aquí, yo con un bagaje mínimo en el mundo de los blogs y él (el GER!) con una idea un poco (un poco nomás) más amplia que la mía.

Ahora bien, ¿Por qué ooootro blog, estamos hartos de los blogs, lo de los blogs ya no va más, yo tengo cinco blogs y qué, pooobre gente desactualizada, te vamo' a quemá' el blo'?

Porque sí loco. Por vos que me lo pediste ochocientas veces. Por vos que lamentaste que éste terminara. Por vos que, sutilmente, aquella vez, rogaste que nunca nunca nos dedicáramos a escribir (uhhh te acordás aquella vez?). Por vos también, que no sabés quienes somos pero igual te metiste acá, buscando vaya a saber qué porquería. Y por vos, el amigo que nos hace el aguante y nos lee por eso, porque somos amigos y no queda otra si querés que siga poniendo plata para la cerveza de los findes.

A todos ellos (ustedes) que nos conocen (o no), que nos quieren (o no) y que nos leerán (o no) les va Galaxia. Ajá, bárbaro, qué lindo chicos, pero... ¿qué va a haber en Galaxia?

La respuesta no puede ser tan simple: Nada que no hayan leído en otros lados, con la diferencia que lo escribimos nosotros.
Uhhh chicos, todo bien con lo que ustedes escriben, pero si nos aburrimos, ¿les podemos hacer pedidos? Sí sí, por favor, que en un mes nos quedamos sin ideas.

Eso. Arranca. Disfruten flotando entre camarones. Y si no se lo bancan... no nos culpen, es la falta de gravedad del sitio.