martes, 2 de agosto de 2011

Esto iba a ocurrir.

1-

Adentro de un cajón Próximo,
entre grillas de setenta por cieto y cientos
de clientes morosos
se dispersan, blancos y rojos
los pequeños ataúdes de mi vicio,
se me cagan un poco de risa
porque saben que anhelo conseguirles un nuevo compañero
de cartón.
Pero tendré que esperar hasta el break.

2-

"Adiós, adiós, siempre te recordaré",
las palabras tiernas de mi abuela,
algunos claveles de esos desteñidos y mucho sol:
ese ataúd se llama Herminia,
a mí no me afecta tanto, soy muy nena.
Hay algo en la muerte que me espanta,
pero no es eso.

3-

Ata-úd
Ata-úd
Ata-usted

4-

Ella no quiere -o sí quiere-
un ataúd.
Ella sabe que no acepta las cenizas.
Ella guarda muchos secretos
que todos sabemos. Mañana
serán un problema.
Ella esconde un "ella" con ella.
Y el que siempre se morirá un poco será "él".
Él, que quiere ser una "ella",
y no lo dejan.

5-

Ahora quedan mudos
y no entienden:
entra "el nuevo" y cierro el cajón.
Éste es más grande, más frágil,
y todavía tiene algunos cuerpos que seguro mueren, en veinte minutos,
ponéle quince,
si termino el reporte a tiempo.

6-

También hay ataúdes cursis, y bueno.
Ataúdes de día trece,
no importa si es domingo o si es
lunes.
Cada año será un ataúd
distinto.
De fin de semana en La Estación.
De cenizas en el Urubamba.

7-

Ella siempre entendió
que la obsesionaba, que la perseguía
a través de los años.
Estoy parada en La Mitad del Mundo
-en serio-
y simplemente vuelvo.
Todo está vacío, digo todo porque no es solamente
la calle, esa Iglesia, ésa otra, el negocio:
no hay nadie en las luces, ni en
las ratas grandotas del desagüe.
Esa cosa innata en las tripas,
algo así como despertar y descubrir
que estás enterrado vivo.

8-

Ellos, los otros, están ya vacíos.

9-

Cómo le cuesta a Malena ¡pero cómo le cuesta!
que toda la gente que quiere,
incluso ésa que se fue con los secretos
asista al entierro de Pablo.
O mejor dicho,
que le lleven flores. Y redención.

10-

Pasan de las seis, y afuera está oscuro.
El puto -mal dicho-
el maldito reporte final no sale.
Desde un poquito más abajo se escuchan los "chau"
y los "al fin".
Sé que después vendrá la reja verde, el tick! de la tarjeta,
las otras puertas pero de bienvenidas cálidas,
tal vez unas birras. Seguro que música,
seguro que compañía. Seguro que no estar sola.
Pero todavía no.
El tiempo se automastica y nunca se traga,
y miles de pequeñas pero jodidas cosas me retienen.

11-

La soledad, el tedio.
Lo que la obsesiona.
Lo que descubrí, con el paso de los ataúdes,
que me espanta.
Vos lo sabías, abuela.

12-

Matáte que los ataúdes
o mejor dicho, hablar sobre los ataúdes,
te tira un poco abajo.

sábado, 30 de julio de 2011

LICENCIA

Es 9 de julio y en la calle nieva.
Mi prima tiene 40 y mi perra tiene meses,
para las dos es algo nuevo.
Hay algo maravilloso ahora, la cámara digital,
somos bichos capturados por velocidades y perturas automáticas.
Desde abajo no hay forma de ver la cima,
alguna vez la bisabuela se asomó por la ventana de madera
y dejó afuera un tacho donde hacía pis.
Las cortinas son las mismas, a mi hermano le gustan,
pero de adentro ahora sale un olor a sahumerio de violetas.

Es invierno y la parra está muerta.
Ya llegará el calor, las uvas y las chinches olorosas
y las abejas o las ratas que se reproducen entre las hojas.
Las palomas siempre están
engarzadas en las vigas que se cruzan
arrullando y pensando qué comer,
si las larvas de mosquitos en el agua estancada
o los doguis del platito.
Hoy el agua se congela.

No es un caracol la escalera,
es una línea recta que marca en piedra los pasitos de la vida.
Hasta la mitad hay un jardín y el perfume intenso a rosas.
Algunas naranjas perdidas y el intento de encontrar dinosaurios
en los ladrillos.
Más allá se ven las noches, las primeras: alguna seca mal fumada,
el vómito y un tacho repleto de vino.

La apertura no es suficiente
¿O será el tiempo?
Desde arriba la nueve se siente menos,
o las manos ya se acostumbraron.

Los techos no entienden nada, igual que mi perra,
no entienden cómo,
cómo pueden seguir iguales cuando afuera hay algo que cae,
o que vuela,
algo que los humedece y nostalgia
por los años que ya fueron,
por las demoliciones que vendrán.
Por las nuevas vidas al rayo del sol que,
pase lo que pase, de alguna manera,
abrazarán como asfalto, como polvo sutil
o como nueva estructura.
Captadas una y otra vez
por ojos naturales. Y funciones programadas.

lunes, 25 de abril de 2011

Intento n° cinco de abril. LO MEMORABLE.


El Faro. La araña

grandota en el hostal de la francesa,
la ranita en el espejo del baño, como
una sopapa. La parra por encima
del aljibe en medio del patio.
Agua de fondo...



Ni ahí fue lo más emocionante, o lo más hermoso, ni lo más salvable de aquella Pedrera 2009. Pero, por algún motivo, hoy es lo primero que se me viene a la cabeza.

Somos cuatro y hay un Boliche. Y cuando lo digo con B larga es porque digo luces, música a todo culo, ellas y yo, algún ocasional "él", las filas interminables del baño, aire libre, aire viciado y -obviamente- la cerveza.

Quiera escribir que lo memorable de la noche fue esto último, la birra. Pero no. La estampa de la mañana siguiente fue una ronda de cuatro minas sentadas al bordecito de una cama, el olor a pintura semi fresca, pedacitos de cemento aún pegados a las losas puestas sólo unos meses atrás en ese cuartito compartido, y una de las chicas llorando, sollozando y repitiendo una y otra vez sin parar la misma cantinela.

También quisiera decir que mi amiga, la que llora y habla mientras yo le acaricio la espalda en gesto reconfortante, lo que moquea es una pena grosa, uno de esos "él" no correspondidos aquella noche, o que simplemente uno de esos pedos lastimosos que todos hemos pasado, al punto del "nunca más tomo en mi vida".

Bueno, la cerveza ayuda, pero Lucila no llora por mal de amores.

De repente nos habíamos encontrado, cuatro mujeres sin destino fijo, planificando unas vacaciones que más que eso eran Huída, o Evasión. Y, también de repente, nos dimos cuenta que lo único que nos unía aquel verano del 2009 era una amiga en común.

Y así como nos percatamos de esta situación, nos encontramos varias noches después festejando esa Huída entre el sol y la sal, el mate y la música, la cola en el baño y la constante arena entre las piernas, en las uñas. En el medio, el conocernos. Y esa noche, separarnos y volver, cada una por su lado, al lugar común, la habitación compartida donde dormíamos resacas y resolanas.

Yaz retorna primero, Vico y yo detrás, en un taxi que nos dolió el bolsillo en casi rojo malaria. Pero Luci... Luci no vuelve. Ni hablar de celulares, en un país distinto.

Luci no vuelve hasta que vuelve. Calladita, timidona, con el sol de las 10 de la mañana aún en los ojos. Con tres pasitos nomás se sienta al borde del colchón arenoso. Con la mirada libre ahora, rompe a llorar. Y a balbucear. Y luego a declarar. Y después, a repetir.

Por algún motivo, ese verano lo memorable me es Lucila. Contándonos, con sumo detalle, esa pelea entre dos pibes, y los insultos, la patotalapelealaspatadas... su taxi que logra frenar y ella, por la ventanilla mirando a aquel chico ya solo, inconciente en el pavimento tibio, en un charco de sangre.

miércoles, 13 de abril de 2011

Nuevo Título

OBLIGARME

A ESCRIBIR


CUATRO VECES AL MES


(AL MENOS)


CUATRO COSAS DISTINTAS


(COMO MÍNIMO)


ES LA MEJOR INVERSIÓN
QUE PUDE HACER

AHORA, EN ABRIL.



:)

viernes, 29 de octubre de 2010

(R) espetó

A ver. Todo bien. Pero no entiendo.

No entiendo por qué si querés que te respeten, que respeten tu luto, tu dolor justificado, tus ganas de estar triste... termines puteando al que te está puteando porque no te respetan, ni respetan tu luto, tu dolor justificado, tus ganas de estar triste.

Te dicen, ponéle, "no podés, hijo de puta". Y vos respondés "no, pará, vos no podés, hijo de puta".

Más allá de todo, después de todo, al fin y al cabo, esencialmente: no estás devolviendo el respeto que pedís y que, por supuesto, te corresponde.

No lo devolvés porque no lo recibiste, me dirás.

A ver. Todo bien. Pero después de todo, al fin y al cabo, esencialmente: ¿ése no será nuestro gran problema?

...Tal vez sí lo entiendo. Pero, en realidad, no lo quisiera entender. 


Esto fue escrito en caliente hace dos días, entre censos y lutos. Lo publiqué en la red social, y fue muy satisfactorio escuchar distintas opiniones al respecto. Hay gente que comentó y que nunca ví en mi vida, a otros los conozco hace un tiempo. Cada uno de ellos planteó lo que había interpretado de forma correcta y educada. Nadie espetó, respetaron. Me alegró saber que me rodeo de gente así. Y si aún, después de dos días, lo plasmo acá en mi blog, es porque esa alegría no alcanza para sobreponerme a la tristeza de seguir observando tanta, pero tantísima virulencia, polaridades, oposiciones extremistas.

Si sos Blanco todos los blancos te aplauden el comentario, te festejan el discurso, te alientan a seguir blanqueando las paredes. Lo último estaría bien si no fuera porque, si sos Gris, ese Blanco te putea por tibio, poco comprometido, por negarte a ver la realidad, que es ÉSTA, la blanca, mirá la pared, es blanca! Y bueno, si sos Negro el Gris te entiende por la mitad mientras vos intentás salpicarlo un poco a ver si se decide, y el Blanco (obvio) te putea por Negro.

Y viceversa, no? El Blanco, el Negro y el Gris hacen lo mismo.

Podrías decirme que lo anterior es una forma demasiado simplista y hasta ignorante de plantear nuestra realidad. Y yo estaría de acuerdo con vos, es más, suelo rechazar tales reducciones de las cosas a plantearlas en términos de blanco-gris-negro.

Pero, desde hace un tiempo ya, ESO es lo que veo. Un cuadro que solía tener colores, y ahora está fotocopiado.

Un país River-Boca, con la violencia que conlleva... me cuesta horrores.

jueves, 14 de octubre de 2010

Taxi Libre

Madrugada del 11 de octubre, DonTacho comienza un diálogo con ella, media cuadra antes de estacionar

Ella: ...Sí sí, acá nomás es...

DonTacho: (frenando el taxímetro) ...¿Entonces es debajo de esta luz, en esta puerta, donde te puedo dejar una flor?

Ella: (risa nerviosa, entregando 20 pesos)

DonTacho: (sonrisa confiada, devolviendo 5 pesos) ¿Y a nombre de quién dejo esa flor?

Ella: (recibiendo la plata, con una zapatilla pisando el cordón de la vereda, sonriendo) Esteeeemm, *Inserte nombre falso aquí*

DonTacho: (acomodando el cosito de las monedas) Bueno, *Nombre falso*... y no va a haber nadie que me reclame o se enoje por dejarte esa flor?

Ella: (abriendo la puerta) Naaaa...

(Silencio melancólico, mirada perdida en un punto lejano, agolpamiento de recuerdos, deseos, nostalgias, quisiera que estés aquí... dura varios días para ella, para él apenas tres microsegundos)

DonTacho: (casi en un susurro inentendible) ...Y qué flor podría dejarte, *Nombre Falso*?

Ella: (cerrando la puerta despacito, sonríe).


* Creo que el nombre fue Carolina.

domingo, 3 de octubre de 2010

Sentido

Ahora entiendo, querido amigo, por qué nos pasa lo que nos pasa. Lo leí por casualidad, en un lugar estúpido y sin razón alguna. Parecía esperarme, queriendo descubrirlo:

LOS CAMARONES TIENEN EL CORAZÓN EN LA CABEZA.