Es 9 de julio y en la calle nieva.
Mi prima tiene 40 y mi perra tiene meses,
para las dos es algo nuevo.
Hay algo maravilloso ahora, la cámara digital,
somos bichos capturados por velocidades y perturas automáticas.
Desde abajo no hay forma de ver la cima,
alguna vez la bisabuela se asomó por la ventana de madera
y dejó afuera un tacho donde hacía pis.
Las cortinas son las mismas, a mi hermano le gustan,
pero de adentro ahora sale un olor a sahumerio de violetas.
Es invierno y la parra está muerta.
Ya llegará el calor, las uvas y las chinches olorosas
y las abejas o las ratas que se reproducen entre las hojas.
Las palomas siempre están
engarzadas en las vigas que se cruzan
arrullando y pensando qué comer,
si las larvas de mosquitos en el agua estancada
o los doguis del platito.
Hoy el agua se congela.
No es un caracol la escalera,
es una línea recta que marca en piedra los pasitos de la vida.
Hasta la mitad hay un jardín y el perfume intenso a rosas.
Algunas naranjas perdidas y el intento de encontrar dinosaurios
en los ladrillos.
Más allá se ven las noches, las primeras: alguna seca mal fumada,
el vómito y un tacho repleto de vino.
La apertura no es suficiente
¿O será el tiempo?
Desde arriba la nueve se siente menos,
o las manos ya se acostumbraron.
Los techos no entienden nada, igual que mi perra,
no entienden cómo,
cómo pueden seguir iguales cuando afuera hay algo que cae,
o que vuela,
algo que los humedece y nostalgia
por los años que ya fueron,
por las demoliciones que vendrán.
Por las nuevas vidas al rayo del sol que,
pase lo que pase, de alguna manera,
abrazarán como asfalto, como polvo sutil
o como nueva estructura.
Captadas una y otra vez
por ojos naturales. Y funciones programadas.
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2 comentarios:
Me gusta el sentimiento despojado del texto.
Bien escrito.
Un abrazo.
Gaucho: muchas gracias!! que lindo saber que aun, al menos, una persona sigue entrando a mi humilde casita. Salen mates la próxima vez jajaja. Un abrazo :)
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