Ella escucha. No hace falta que su oído se concentre demasiado. Esas voces - casi siempre- se le antojan enojadas.
Pero hoy las caprichosas tienen seria competencia. La cuchara que golpea el pocillo de café. Nicotina, humareda y esa mano laburante. Las noticias de los diarios crujen suaves pero firmes, y la radio pasa el tango de aquel loco súper-sport...
"¡Es de orates el plantearse tantas metas!
¡Ya tenés un personaje que interpreta
lo vacío y lo espantoso
en tu rutina..!"
No se anima. Lo marcó con lapicera pero siente que no da con el perfil. Es la historia de su vida, siempre jode con lo fácil que es llegar para esos pocos, lo difícil del camino para aquellos. Para ella, un punto medio...
"Sólo espero que te esperen
-aunque sea por un rato-;
que te entiendan,
o te ofrezcan
ese público deseo"
Le da miedo. Burbujeante está la soda, burbujeante su cabeza. Se decide, ni lo piensa. Para qué. Las ideas que le surgen no las dice. Es momento de cambiar...
"¡Es momento de quemar tus atalayas!
¡¿Vos buscás garantizar seguridad
en tu persona?!
Levantáte, sonreíles, no escatimes
en propina
y escapáte. ¿Hacia donde?
Vos sabés, tu vida es tuya"
Y ella escucha.
1 comentario:
ah cómo me gusta la tilde ahí
bien bien
una que entiende lo del imperativo y el enclítico!
brava!
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